viernes, 20 de agosto de 2010

El malestar general en el Cuerpo ha propiciado una solidaridad de todas las escalas

Un 22 de octubre, con la Ley O. 11/2007, reguladora de los derechos y deberes de los miembros de la Guardia Civil, se inició todo. La razón de ser última de esta Ley es que el Cuerpo entrará en el siglo XXI, abandonando tics que no eran ni tan siquiera del XX, sino del XIX.


Esa fórmula del cambio se fundamentaba en 3 pilares básicos, en primer lugar esta Ley O., que como era de derechos debía de venir seguida de su reverso oscuro, el segundo pilar: la Ley O. 12/2007, también de 22 de octubre, de régimen disciplinario de la Guardia Civil. El tercer pilar jurídico era la reforma de la ley de personal que en el recorrido de una década se había visto desbordada por los acontecimientos y que, ahora ya, no servía.


Los tres años pasados desde que se inició ese proceso jurídico de modernización del Cuerpo de la Guardia Civil sustentado en esos tres pilares básicos nos sirven para ver una situación de fiasco palmario:

  • La Ley de derechos y Deberes hace aguas. El Consejo como órgano de participación de los Guardias Civiles ha acabado siendo una especie de decorado de cartón piedra que sirve para continuar con la antigua tradición virreinal española: “se oye a los representantes, pero no se les escucha”. Resultado de esa dinámica son una insatisfacción creciente por múltiples razones: por no alcanzar una jornada laboral justa: igual a la del otro Cuerpo policial español, porque los derechos fundamentales de los españoles sigan sin ser aplicables a los guardia civiles como pone de manifiesto los expedientes disciplinarios por la última gran manifestación, porque la prevención de riesgos laborales brilla por su ausencia (tampoco se escucha a las asociaciones),…

  • La Ley O. de régimen disciplinario (el reverso siniestro) de  funciona como un reloj. Para expedientar a los representantes asociativos se buscó el subterfugio de haber participado en actividades sindicales, por participar en una manifestación que era convocada por las organizaciones profesionales de policía nacional.

  • La reforma de la Ley de Personal lleva 3 años paralizada. Se han creado grupos de trabajo, se han alcanzado consensos, pero cuando ha llegado el momento de dar el salto al trámite parlamentario se ha paralizado.
Un fracaso evidente. ¿se trata de un fracaso político o profesional? A estas alturas creemos, sinceramente, que el gobierno no ha estado bien asesorado.


Los asesores del gobierno han sido los miembros de la cúpula del Cuerpo que, de forma tácita, le han transmitido el siguiente mensaje: no existe malestar alguno en el Cuerpo porque nosotros podemos desactivar cualquier descontento en todo momento. A cambio han conseguido mejoras que sólo repercuten en ellos: el porcentaje de altos cargos ha crecido a niveles espectaculares, los Complementos Específicos se han elevado exorbitantemente sólo para los miembros de esta cúpula, las necesidades de cambios en materia de necesidades de material, de reformas en personal, en jornadas de trabajo o en dinámicas de trabajo,… no se han cambiado.


Con lo que no contaba esa cúpula es con una conciencia colectiva que no es del siglo XIX, sino del XXI. La mayor parte de los miembros del Cuerpo viven en una sociedad real y ello ha propiciado que los problemas y sus manifestaciones externas no dejen de crecer: bolís caídos, manifestaciones y concentraciones,.. y por último el protocolo de unidad de acción entre UO y AUGC que viene a poner de manifiesto que a la Guardia Civil le hace falta un viraje total.


Los problemas no son de una escala o de unos determinados puestos de trabajo. Desde las bases hasta los oficiales creen que esto no puede continuar, piden a voces un cambio; continúan al pie del cañón, en sus respectivos puestos de trabajo, pero piden ese cambio para que ese trabajo lo puedan realizar con mayor eficacia. ¡Ojalá! A quien corresponda quiera escuchar ese clamor unánime.

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