jueves, 10 de diciembre de 2009

Christmas Carol II. Ésas sí que rean navidades…

Hace ya más de una década, nos cuenta Jesús (un oficial con más campañas por detrás que por delante) como fue un día de Nochebuena. Servicio humanitario a las 17.00 que se resolvió felizmente en 3 horas. Pero al regreso reventón bajando una trocha. Es preciso cambiar la rueda. Llueve, el gato se hunde en el barro una y otra vez, pero al final se consigue. Regreso a la base sobre las 23.00. Aún es preciso dar novedades, por teléfono, el oficial de servicio cena con los suyos (hace bien, es Nochebuena).

Jesús, recuerda, sonreía mientras daba las novedades. Enfrente, su compañero que, después de tanta agua había revelado su secreto mejor guardado. Un ligero tinte negro le corría por su cara, poniendo de manifiesto que sí, que peinaba canas. Al mismo tiempo imaginaba (sin poderlo evitar) al oficial, empuñando una pata de cabrito al que le arrancaba grandes pedazos… Por un momento oyó deglutir y al instante siguiente la despedida: ¡Ni en Nochebuena nos dejan en paz! Dejad el informe encima de la mesa para pasado-mañana.

Llegó a casa, un beso de María (sin teléfonos móviles, hicieron falta años para que Jesús valorara las largas esperas inopinadas como la de esa noche) y una ducha caliente. La cena estaba fría, pero realmente era Nochebuena: estaban juntos María y Jesús, un Jesús que se sentía interiormente satisfecho de su trabajo.

A excepción de ciertas licencias poéticas, todo es verídico. Si tenéis oportunidad preguntádselo a Jesús cuando os lo topéis. Seguro que os contesta que fue un auténtico cuento de navidad con final feliz por partida doble.

Pero a qué viene este asomo de melancolía. A que ahora que parecía que, aunque fueras Guardia Civil, podrías cenar con los tuyos bien en Nochebuena, bien en Nochevieja, hay algunos a los que le parece mal. Las auténticas navidades eran las atribuladas que vivió aquel oficial con la pata de cabrito en la mano. Al fin y al cabo, para Jesús fueron buenas.

Algunos que se amparan en criterios de operatividad y seguridad, dejando de lado el de responsabilidad de unos cuadros de mando que sólo conciben la eficacia (ajena) sin atender a criterios de humanidad, solidaridad y legalidad.

  • Acaso ¿ con está medida no se intenta cumplir con los presupuestos de legalidad vigentes sobre conciliación familiar?
  • Acaso, ¿no existe una medida similar en el Cuerpo Nacional de Policía?
  • O, acaso, lo que se intenta es demonizar al impulsor de esa medida: AUGC que ha luchado por el bien general. Porque, tal vez, seguridad y eficacia son logros a conseguir con el potencial humano existente, es decir, maximizar la eficacia de los recursos sin explotarlos.

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